¿Cómo puedo saber si tengo el tabique desviado?

¿Sufrís de congestión nasal recurrente?, ¿hemorragias?, ¿dificultad para respirar?, ¿dolores faciales?, ¿respiración ruidosa? Puede que tu nariz se vea perfecta a simple vista, pero de todas formas podrías tener un tabique desviado. Te contamos por qué.

Las fosas nasales están separadas al interior de la nariz por el tabique, también llamado septum. Se trata de una pared muy fina osteocartilaginosa, de cartílago y hueso, que deja lugar a dos cavidades simétricas. Cuando este pequeño muro se desvía obstruye una de las fosas y puede producir los siguientes síntomas:

• Hemorragias frecuentes
• Ronquidos constantes por las noches
• Congestión y escurrimiento nasal
• Dolores en el rostro y de cabeza
• Frecuentes infecciones respiratorias
• Dificultad para respirar o respiración ruidosa

A simple vista, la nariz podría no presentar desviaciones en el exterior y de todas formas tener un tabique alterado en el interior. En este caso, se requieren estudios como rinoscopía o tomografía computada para llegar a un diagnóstico preciso. No obstante, cuando la torsión es visible desde el exterior de la nariz seguramente el septum esté afectado.

Es necesario que ante cualquiera de los síntomas mencionados anteriormente, el paciente acuda a un otorrinolaringólogo para despejar dudas y obtener una correcta evaluación.

¿Cómo se corrige un tabique desviado?

Cuando hablamos de un tratamiento para tabique desviado, muchos pensarán que la única solución es la cirugía, sin embargo, esta opción es sólo para casos graves. En desvíos leves los tratamientos pueden incluir el uso de:

• Descongestivos
• Antihistamínicos
• Esteroides nasales

En caso de precisar de cirugía la misma puede ser:

• Septumplastía: en la cual se realiza por dentro de las fosas nasales y no conlleva alteraciones estéticas en el rostro del paciente.
• Rinoseptumplastía: se realiza cuando al tabique desviado lo acompaña una torcedura de nariz.

La cirugía para corregir un tabique desviado es optativa, el paciente debe evaluar los riesgos de toda intervención y los beneficios de la misma. En este caso, la principal razón para realizar el tratamiento es mejorar la calidad de vida del paciente y evitar las secuelas que puede causar una mala respiración.

 

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